Era un niño corriente en el colegio, pero pronto encandiló a profesores, consejo escolar y sobre todo a compañeros con un gesto que por siempre lo caracterizaría: su sonrisa.
Ser el jefe de grupo le resultó sencillo, aunque no tanto convertirse en delegado. Marciano "el lacio" le complicó el proceso, pero un triste accidente de sus padres le ausentó del Colegio unas semanas.
El día a día, con Pepelu en el Colegio, era complicado para determinados niños, Montse, empeñada en rezar "Jesusito de mi vida" cada mañana, encontró pintadas en su bloc amenazándola; para Marciano, poder desayunar en el recreo era una auténtica utopía y Fede, el encargado de la radio del Cole, fue expulsado dos meses tras encontrársele, misteriosamente, unas sustancias no permitidas en la mochila.
Aquella sonrisa simpática comenzó a resultar amenazadora cuando Pepelu decidió ofrecer al consejo escolar una propuesta sin fin: "el fin de los castigos". A base de talante consiguió el objetivo: todos los niños volverían al patio, el proceso por la libertad para todos caminaba.
Pero pronto ocurrió lo peor, lo que algunos temían, el patio se volvió un caos y comenzó la revolución: papeleras arrancadas, cristaleras rotas, agresiones, robos..., pero Pepelu se empeñaba en mantener entre la multitud al grupo de revoltosos, autodenominados "los pETAS".
Y del resto de la historia de este simpático niño risueño no me acuerdo, quedó en el pasado muy atrás.
Tacmanio
Paz Digital, 27-06-2007
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