Hay personas buenas y malas; y también están aquellas que no sabemos lo que son, si son malas o su comportamiento se debe a su falta de preparación o de capacidad "neuronal". Aquellos de los que no sabemos lo que son también son malos, por propia voluntad o por falta de ella.
Unas elecciones generales son un acto importante de democracia. Participar en ellas supone otorgar al elector una importante capacidad de decisión, la de otorgar el poder del Estado para los siguientes cuatro años.
Pero ya conocemos por experiencia que el estado de obcecación, originado por la manipulación y un desgraciado atentado, puede conseguir llevar al Gobierno a unas personas que en el mejor de los casos "no sabemos lo que son".
Sin embargo, el votante bueno y con neuronas suficientes debe hacer examen de conciencia y ser responsable en su ejercicio de democracia. Se aproximan elecciones.
Votar a los malos es votar eutanasia, negociación proetarra, caída de la economía, paro, corrupción, abandono de los inmigrantes, robo..., y un largo etcétera.
Hay personas buenas y malas, y otras que no sabemos lo que son, pero... ¿sabremos discenir para elegir en conciencia a personas que no sean malas?
Tacmanio
Paz Digital, 22-09-2007
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