ME CAGO EN LA DIVISIÓN DE PODERES


Y no lo digo yo, ni lo hace un personaje de cómic, es nuestro Presidente del Gobierno quien, día a día, y sin contemplaciones, defeca sobre la división de poderes, base de la Democracia española.

Apoyado en sus secuaces departamentales, nombrados para cumplir con un proyecto de dífícil comprensión para el ciudadano medio, obvia el sistema establecido por el pueblo español tras largos años de dictadura.

El Parlamento legisla por y para los intereses de una política sectaria, capaz de autorizar una negociación con terroristas, de aprobar una discriminatoria Ley de igualdad o de permitir una aberrante ley del aborto. Apretando un botón de colores, previa indicación manual del mimo del partido, el diputado o senador de turno, sin capacidad de decisión en pleno S XXI, cumple con los designios del superior con un gesto de simpleza absoluta. La mera asistencia a las sesiones (de estos reconocidos absentistas profesionales) garantiza una pensión vitalicia lejos del alcance del cómún de los mortales.

El Poder Judicial colma el despropíto de la manipulación institucional. A la partidista elección de los miembros del CGPJ, Tribunal Constitucional yTribunal Supremo, se une la elección del Fiscal General del Estado, que en la España de la pandereta, se ha convertido en un fiel servidor del equipo de gobierno, haciendo del control directo de la oposición, la principal de sus funciones en el cargo.

La aparición en escena de reconocidas y "independientes" figuras de la judicatura como Garzón, los últimos rumores sobre las conversaciones con ETA, la permanencia de los concejales abertzales con el beneplácito de los hombres de Rubalcaba, o  el chivatazo policial del Bar Faisán, no ayudan a lavar la imagen de una joven y castigada Democracia española.


Entre todos la mataron...

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