La escena política española es bipartidista.

Los medios públicos de comunicación así lo han confirmado organizando debates a dos bandas. Tanto en Andalucía (Arenas-Chaves) como a nivel estatal (Rajoy-Rodríguez), excluir a los minoritarios ha sido la decisión adoptada. A pesar de las quejas de los perjudicados, la ciudadanía, según datos de audiencia, lo ha respaldado plenamente.

Las encuestos no son muy positivas para los recién llegados (por separado, gracias a los unionistas) UPD y Ciudadanos, en el mejor de los casos, un escaño en Madrid (los primeros) y otro en Barcelona (los segundos) lograrán arrancar. El pastel se pone muy caro, ¡maldita "recesión económica"!

IU se ha convertido en el partido cómico de la campaña, esa fuerza que provoca la sonrisa del elector (maligna o benigna según la ideología) y que juega con fuego, Llamazares tiembla ante la posibilidad de perder el Grupo Parlamentario propio.

La tremenda contradicción la plantean los partidos nacionalistas. La injusta Ley Electoral permite acceder al Parlamento estatal a unos candidatos que representan unos intereses desconocidos en el resto del territorio español (conocidos y repugnados para otros) y que tienen en sus manos, en el caso de reafirmarse lo expresado por las encuestas, el poder en España, el desembarco del nuevo inquilino en la Moncloa.

¿Propiciaría una profunda reforma electoral un cambio del escenario político?

¿Introducir como requisito a los nacionalistas obtener representación en todo el territorio estatal abriría un abanico de posibilidades para los partidos minoritarios?

¿Aumentaría o disminuiría el "voto útil?



Por ahora (y no se esperan cambios inminentes) el 9M presenta dos opciones claras: Rajoy o ZP.

6-M

- 6 de Marzo de 2008. Son las 6.30 de la mañana y suena el maldito despertador. Pongo algo de rock tempranero para despabilarme. Mientras se hace el café me doy una ducha rápida.

Bajo a la calle y cojo el coche, conecto la radio, aún me quedan unos minutos para llegar al trabajo. Una noticia me sobresalta, explosiones en Barcelona. Por ahora, y prudentemente, se esperan más datos.

Un sudor frío recorre mi cuerpo, miro mis brazos mientras conduzco. Sigo atento a la carretera sin quitar mis sentidos del noticiario. Todo es muy confuso.

Llego a la oficina, mis compañeros están pálidos, el silencio es sepulcral, todo el mundo permanene atento a cualquier medio de comunicación presente, radio, televisión e internet.

Me dirijo a mi escritorio, paso la mañana asustado, no llego a asimilar la información que se va contrastando. Unos 200 muertos en diferentes estaciones de cercanías, miles de heridos, daños materiales incalculables. Según fuentes policiales, todo apunta a un grupo radical islamista.

- 7M, el ambiente en el trabajo es horroroso, caras largas, nadie se atreve a comentar nada, el dolor flota en el ambiente. Al Qaeda no saca ningún comunicado pero los especialistas mantienen la tesis del día anterior. El día es largo y pesado. 22.30, comparecencia del Ministro de Interior, se abre una segunda vía de investigación, la banda terrorista ETA puede encontrarse detrás de la masacre. España se acuesta angustiada.

- 8M, el amanecer de la jornada de reflexión nos deja cientos de pistas que apuntan a los terroristas vascos. Representantes del partido en la oposición rompen el silencio, "merecemos un Gobierno que no mienta". Los medios afines cubren las espaldas de los responsables policiales y acusan al Ejecutivo de mentir a la población. A lo largo del día son acosadas sedes y candidatos. A la voz de ¡¡¡"asesinos"!!!, mulititudes descontroladas siembran el pánico.

- 9M, la jornada electoral se desarrolla sin incidentes importantes. Los resultados no son los esperados. Un trágico atentado ha cambiado el signo de las encuestas y lleva a la Moncloa al líder de la oposición.

El trabajo está hecho, políticos, periodistas y ciudadanos exaltados han completado la tarea comenzada por los terroristas.

¿Imaginan ustedes una situación así?
¿Son similares las dos Españas?

Cruzo los dedos y espero que jamás volvamos a vivir semajante desgracia.