Y sucedió lo que tenía que suceder, que el equipo que corría detrás de la pelota perdió y dijo, merecidamente, adiós a la Champions.
El ¿entrenador? del Real Madrid modificó su planteamiento y de nuevo favoreció el esquema de juego del Barcelona. Dejando atrás los primeros 20 minutos, el equipo culé ha sido netamente superior al merengue, que se ha limitado a realizar 30 faltas en el Camp Nou y 3 disparos a puerta. Hoy por hoy, el juego barcelonista se encuentra a años luz de los planteamientos antifutbolísticos del portugués.
Iker Casillas, al que sobraron las payasadas ante las cámaras (cosas de convivir con una presentadora), volvió a evitar una goleada en el Camp Nou, en un nuevo paseo del Barça con un cómodo 65% de posesión.
Hablar del arbitraje resulta irónico cuando Adebayor, Diarrá y Carvalho han acabado el partido en el campo. Anecdótico suena lo del jugador francés, que ha realizado 22 faltas en 180 minutos.
Mourinho ha sembrado crispamiento en la sociedad futbolística y pronto comenzará a recoger frutos.
Felicitar a los justos vencedores es de buenos deportistas, llorar mirando al árbitro de...
Mejor irían las cosas en la Casa Blanca si hablaran de fútbol y resultados y no se dejaran embaucar por un traductor especialista en desviar la atención cuando los resultados y el juego no acompaña.
¿Cuánto tiempo durarán los llantos? ¿Por qué?
Mientras tanto, Mourinho sigue llorando y el Barça está en la final.
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