Gripe.

Tres campanadas, el reloj de la iglesia, con tres martillazos, acude puntual a su cita con el pueblo.

Los vecinos, reunidos en la casa de Don José, se miran nerviosos, la tensión corta la pequeña estancia cedida gentilmente por el boticario. La situación es insostenible, , y las noticias no son nada halagüeñas, el menor de los García ha fallecido esta mañana. La gripe está acabando con la población.

Sólo una familia quedaba al margen del sufrimiento de la epidemia. Aquella imagen religiosa de un extraño gitano que visitaba el pueblo de año en año parecía proteger cada una de las habitaciones de los Lozano. Ni uno solo de sus miembros había padecido la enfermedad.

D. Antonio, el alcaide, mira tembloroso a su alrededor, la solución es sencilla, el beneficio del pueblo es lo primero, hay que entrar en esa maldita casa y utilizar la imagen para salvar la vida de los vecinos. Caiga quien caiga, un grupo de "valientes" hombres irrumpe en la vieja casucha de la Calle Ancha. Paco, el hijo mayor de la familia recibe un golpe mortal en la sién cuando levanta la voz a los cinco encapuchados. Uno por uno, los miembros de la familia van cayendo. Isabel, después de ser violada, entrega la imagen misteriosa antes de recibir catorce puñaladas en el pecho.

De vuelta en la botica, el club de selectos hombres encargados de salvar el pueblo analiza la estampa, con amplia expectación, D. José desenrolla el lienzo, ¿será San Antonio patrón del pueblo?, ¿tal vez la Virgen María? ¿o una inocente imagen del Niño Jesús?. La sorpresa invade los ojos de todos. Una rosa, una rosa que el gitano regaló a una familia que le había dado un vaso de leche y un trozo de pan en una de sus visitas.

Nadie más volvió a hablar de aquella familia...

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