
Desde su naturalidad, intenta mostrar una cara amable para acuchillar cruelmente al entrevistado, con su sonrisa burlona, sin compasión.
Pero a día de hoy son pocos aquellos que se dejan engañar. El sujeto pierde toda credibilidad cuando su cabeza gira siempre hacia el mismo lado. Sectario y subjetivo, Évole se ha convertido en un servidor público de la izquierda, agasajando a determinados personajes y buscando el ridículo de otros.
En la memoria siempre quedará la vomitiva, babosa y amable charla que mantuvo con Arnaldo Otegi, líder terrorista:
Mientras tanto, ya se encuentra preparando una dura entrevista a Alfredo Perez, líder socialista....
Évole, siempre al servicio de la progresía más rancia
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